domingo, 22 de noviembre de 2009

Felipe y Van Rompuy: Europa

Pronúnciese oiropa, con r alemana, que le da un tono más transcendental, más de destino espiritual; no confundir con ese revuelto de comisiones, consejos, parlamentos, comités y demás corrillos que gustan de visitar los políticos en paro, a la baja o con idiomas (los menos). Vente a Bruselas, Pepe, que si ser funcionario está bien, trabajar en Europa...

Hoy toca Felipe, ex-presidente del Gobierno español, diseñador de joyas y presidente del Grupo de Reflexión sobre el Futuro de Europa. Porque a González y sus reflexiones le dedica El País unas cuantas páginas extraídas de una charla coloquio celebrada en Madrid, dirigida por la añorada Emma Bonino -¿dónde estabas, criatura?-. Lo malo es que o bien por tratarse de una transcripción, o porque ese día Felipe no estaba en lo que estaba, o porque yo no estoy en lo que estoy, la verdad es que no entiendo mucho de lo que dice. Habrá que centrarse, que de eso él sabe bastante. El caso es que cuando habla de su grupo de reflexión, parece más pendiente de dejar bien claros los temas sobre los que no puede hablar que de adelantar alguna gran idea, de las que seguro tendrá, para responder a la pregunta que da título a las páginas de El País: Qué hacer con Europa. Como quien dice ¿Qué hacemos con la abuela?.

El País no nos dice quién formula la pregunta más interesante de la conversación extraída: [El estudio] Tiene que fortalecer la competitividad de la UE, tiene que ocuparse de reflexionar sobre la estabilidad global, migraciones, energía y cambio climático y luchar contra el crimen organizado y el terrorismo. Y al final de toda esa reflexión, sin tocar el presupuesto ni mencionar las instituciones, tiene que hacer un informe de 30 páginas para presentar en 2010. ¿Se siente cómodo con este encargo? Sinceramente espero que la pregunta provocara alguna risa en mitad del coloquio. Si no es así, es que estamos enfermos sin remedio. El País no da pistas al respecto. Quiero decir que no cuenta si hubo risas o no...

La respuesta de Felipe es una cita a medias: Sí, incluso cuando pienso que una vez más el esfuerzo puede conducir a la melancolía. El esfuerzo inútil le habría corregido Ortega. No obstante, sospecho que la cita es explícita, y la omisión del adjetivo responde más a esos tabúes que parecen gobernar su encargo que a un despiste del ex-presidente. Bueno está que me paguen por reflexionar para nada, pero de ahí a contarlo en los periódicos... Me inquieta también ese “una vez más”, como diciendo “venga, pregúntame las veces que ya me ha pasado”. Pero o la Bonino no estaba, o la cogió despistada, o lo dejó correr.

Si el miedo y la tristeza se prolongan, es melancolía, decía Hipócrates, unos siglillos antes de que Ortega soltara la suya. En algo de esa melancolía nos tiene esta Europa. Acaban de nombrar presidente permanente a un belga, cosa que no parece mal del todo así en principio. Mejor un belga que algo europeísticamente peor: un inglés. Europeísticamente existe, por cierto, aunque la RAE y Rumsfeld lo nieguen, por distintas razones. Bien, el retrato del tal Van Rompuy me resulta tan confuso como su apellido. A modo de ejemplo:

El Mundo: ...político en la sombra y poeta casi retirado; no queda claro si de la poesía o de la política. Si es listo, me imagino que sería de la segunda, que te queda mejor pensión.

El País: misántropo frustrado y espiritual hasta la médula. La primera imagen que le viene a uno a la cabeza cuando lee estas cosas son unas fotos del tal Rompuy en un futuro no muy lejano, en actitudes poco decorosas con quién sabe quién (o qué). Lo siento, es a lo que nos tienen acostumbrados. No tiene desperdicio tampoco el titular de la noticia: Es cínico, es espiritual, es Van Rompuy. Guionistas de la Marvel: El País busca talentos.

La Razón: ...este belga que escribe «haikus» (poemas japoneses). Gracias por la aclaración.

ABC: ese belga tan aburrido y circunspecto. Seré yo, pero la manera de decir “ese/este belga” me resulta sospechosamente equivalente en el tono a “ese mierda de belga”. ¿Ah, no? Imaginemos a un francés escribiendo en su periódico “ese español tan...”. Imaginémonos después al director del ABC leyendo ese periódico.

Aun así, me quedo con la última, claro, por lo insólito y bello del adjetivo y porque me parece la más digna. El tal Van Rompuy es, además de doctor en economía, licenciado en filosofía. Me imagino que a diferencia de Felipe González, ese belga no habrá leído a Ortega, pero bueno, a alguno habrá leído. Quién sabe, lo mismo encuentra la receta contra la melancolía. En lo que tarde, Europa (oiropa), cada vez suena más a cuento y menos a idea. Un cuento de los malos, de los que sirven para engañar, sin moraleja.

Démosle pues la bienvenida con un haiku de Masaoka Shiki. Masaoka, no masoca, de padre samurai:

Qué distinto el otoño

Para mi que voy

Para ti que quedas.