miércoles, 2 de diciembre de 2009

Campus de excelencia

Y es que si se quiere saber de algo, lo mejor es preguntarle a ese algo, suponiendo que nos pueda responder. En 1531, Carlos V, primero de España (con perdón) decide refundar la Universidad de Granada. Me temo que aún no he conseguido contactar con él, ni el conmigo, aunque nos queda tiempo. Lo bueno es que en estos casi 600 años, la Universidad de Granada se ha convertido en una entidad con voz propia, no una entidad de esas difusas como improbablemente el emperador y probablemente España, sino toda una institución, capaz de hablar de sí misma. Por qué entonces perdernos en los siglos más oscuros. La Universidad de Granada nos habla hoy en exclusiva sobre sí misma desde su página Web.

La Universidad de Granada fue fundada en 1531, siendo continuadora [bonito gerundio] de una larga tradición docente que enlaza con la de la Madraza del último Reino Nazarí.

La Universidad está muy presente en la ciudad de Granada, disfrutando [bonito gerundio] de la peculiar belleza de su entorno y de una situación geográfica privilegiada por la cercanía con Sierra Nevada, con una excelente estación de esquí, y con la costa mediterránea, en la que se encuentran importantes enclaves turísticos como Motril, Almuñécar o Salobreña.

Animo a mis compañeros a hacer clic en cada uno de los enlaces, muy especialmente, si aún no lo conocen, en el enclave turístico de Motril, envidia de Móstoles y joya portuaria ya en tiempos del Emperador. Que mucho y con bisoñez se habla de Amberes, pero...

Eso, que aquí estamos, en este bonito entonno, con Sierra Nevada con una excelente estación de esquí. Disfrutando, di que sí, que de eso se trata. A que andarse con tonterías de investigación y docencia. Lástima que a alguna cabeza preclara, sin bisoñé, se le ocurrió un día que, para animarnos un poco, la Universidad podía muy bien optar a la denominación campus de excelencia, que nadie sabe muy bien lo que es pero por el nombre debe de estar bien. Encima, sólo había 18 candidatos para 11 plazas. Muy mal se nos tiene que dar, ¿no?

Ideal: La Universidad de Granada despierta del sueño de ser campus de Excelencia. Mejor: despiertos y atentos, podemos examinar algunas otras cosas que sin hablar también nos dice la Universidad de Granada.

Llegamos a Granada, después de la visita obligada a Almuñécar y Salobreña, con la intención de matricularnos en alguno de los cursos que ofrece su muy buena, que no excelente, universidad. Pongamos por caso que no disponemos de mucho tiempo porque nos hemos sentido atraídos por la celebérrima oferta laboral de la ciudad y hemos decidido embarcarnos en un proyecto laboral de envergadura que adorne nuestro currículum. Un buen bar. Así que buscamos un curso no presencial pero con categoría. ¿Qué tal un curso virtual de experto universitario por el módico precio de unos 2.100 euros (a unos 67 euros la hora)? Lo sé, afortunados nosotros que podemos disfrutar de una enseñanza que, aun siendo tan barata, es la envidia de Europa, como lo demuestra el espectacular número de estudiantes de intercambio que vienen a Granada, ellos también, en busca de una formación práctica, aplicada y vanguardista. Es sólo una de las grandes aportaciones que la Universidad regala a Granada. Luego está lo de las tapas, que por eso también viene alguno, pero eso es otra historia.

Para colmo, la Universidad no se conforma con esto: no sólo consigue incorporar a nuestros jóvenes a los mejores puestos de trabajo, de los que tanto abundan en nuestra competitiva economía granadina, a cambio de una pequeña inversión durante sus estudios. Además, la Universidad pone su enorme patrimonio a disposición de todos los granadinos, en beneficio de la ciencia, la cultura y el deporte. Por cierto, que en cuanto al deporte, han decidido subir el bono de 20 baños para la piscina universitaria de 54 a 60 euros respecto al año pasado. La verdad es que, como no tenía los 2.000 euros para hacer un curso de experto en economía, no tengo muy claro si eso se ajusta o no al IPC anual (que ronda el -0,4%), pero imagino que sí, que la Universidad es consciente -siempre lo ha sido- de la situación de la economía granadina, de los apuros de las familias y de los miles de jóvenes que buscan en ella un refugio público que le facilite el acceso a bienes de lujo como la cultura y una formación de calidad asequible. Ésa debe ser su función, claro.

Hemos de suponer que quienes están a cargo de dirigir tan solemne institución sí que dispusieron de su buen dinero para formarse adecuadamente en su momento y son las personas mejor preparadas para tomar el rumbo sensato que guíe a nuestra querida universidad por las traicioneras aguas de la crisis. Justo es también que engordemos sus buenos sueldos con nuestras matrículas y tasas. Cuando, ya licenciados, o expertos, o doctores, tengamos el puesto de trabajo que nos merecemos, recordaremos con agradecimiento y lealtad el apoyo que nos han prestado sus insignes responsables.

Yo personalmente dedicaría el tiempo libre que me dejan las clases a buscar nuevas formas de ganar dinero, que sé yo, inventándome módulos interdisciplinares para nuevos másteres con los refritos de mis publicaciones y de ese manual introductorio que nunca me publicaron. Supongo que por eso no soy catedrático.

Carezco igualmente de la visión de futuro de nuestro rector. Es un lastre y lo reconozco. Porque a lo mejor no somos excelentes, pero tiene toda la pinta de que lo vamos a ser:

En Granada hay cuatro Campus Universitarios, además del “Campus Centro”, en el que se integran todos los centros dispersos por casco histórico [sic] de la ciudad. La política de recuperación de edificios de valor histórico y cultural por parte de la UGR ha enriquecido su patrimonio, a la vez que ha favorecido su restauración y mantenimiento. Junto a esa defensa de elementos tradicionales, el Parque Tecnológico de Ciencias de la Salud, aún en desarrollo, constituye una apuesta decidida por la innovación, propiciando [bonito gerundio] la interacción con empresas biosanitarias de base tecnológica e impulsando la asistencia sanitaria de calidad y el conocimiento biomédico. Hay otros dos Campus de la UGR en las ciudades de Ceuta y Melilla, en el norte de África [que no en Italia, por si no habéis estudiado en la Universidad].

Lo mismo si el conocimiento biomédico no es lo vuestro, no pintáis mucho en esta ciudad, pero así están las cosas. Lo agradeceréis cuando os pongáis malillos de la espalda de tanto recoger mesas, o cuando os den una mala puñalá trapera junto a INEF (patrimonio de la Universidad), que por lo visto el departamento de medicina forense es la pera.

Tranquilidad, que ya sólo quedan dos párrafos de presentación. Uno, que podríamos titular “Damnificados e interesados”:

En la UGR estudian más de 60.000 alumnos de grado y posgrado y otros 20.000 realizan cursos complementarios, de idiomas, de verano, etc. Imparten docencia 3.650 profesores y trabajan más de 2.000 administrativos, técnicos y personal de servicios.

He estado a punto de caer en la tentación de calcular el importe de una matrícula media por los 80.000 alumnos, pero la abstinencia puede ser una virtud en según que casos. Mejor pasar directamente al último párrafo (¿“Quejas y reclamaciones”?):

El Rector es D. Francisco González Lodeiro y el Gobierno de la Universidad se organiza a través de distintos órganos colegiados y unipersonales, como el Claustro y el Consejo de Gobierno, en el primer caso y los Vicerrectorados, Gerencia y Secretaría General, en el segundo. En la página de Secretaría General de puede encontrar, entre otra información, el Boletín Oficial de la Universidad, Normativa y un directorio telefónico de la Universidad.

¿Y al Rector se le puede escribir? Sí, se le puede escribir. Antes de hacerlo, se recomienda ver su vídeo de presentación para el malogrado campus de excelencia. Yo le estoy escribiendo ahora para que me explique exactamente que es la internzzzión: http://www.cei-granada.es/ (hay que aguantar hasta el minuto 9:33)

Pero no le juzguemos, ni por su apariencia ni por sus aparentes defectos. La memoria es breve. Conviene recordar lo que decían de Carlos V las gentes de su tiempo:

El nuevo rey, un muchacho increíble y disparatadamente joven, con una mandíbula muy pronunciada, no causó una impresión favorable en su primera aparición en España. Aparte de que miraba como un idiota, tenía el defecto imperdonable de que no sabía ni una palabra en castellano. Además ignoraba totalmente los asuntos españoles y estaba rodeado de un grupo de rapaces flamencos.

Y luego el hombre hizo sus cosillas.